*Aún en el avión, en el
aeropuerto de Stunsted, Londres*
Valeria y yo nos levantamos
de los asientos, cogimos nuestro equipaje de mano y salimos del avión. Nos vino
a recoger un minibús para llevarnos a recoger nuestras maletas. Era
prácticamente imposible no perderse en ese aeropuerto ¡Era gigante! Por fin,
después de un rato, llegamos a la cinta que llevaba nuestras maletas, siguiendo
todos los carteles que ponían ‘Bagagge
Reclaim’. Hacía unos segundos descubrimos, que significaba Recuperar
equipaje, gracias al dibujo de las maletas en el cartel y a que toda la gente
que iba en nuestro avión se dirigía a esa zona. Incluidos aquellos chicos que
habíamos ‘conocido’ haría una media hora, que por cierto no sé ni cómo se
llamaban. ¿Sería Alex el nombre del chico que nos dio su número como yo había
soñado? ¡Meca! ¡Su número!
-Valeria, ¿El número del
chico del avión?-pregunté- ¿Lo tienes?
Valeria se puso a rebuscar
entre los bolsillos de su chaqueta. Nerviosa, al ver que no estaba el papel,
miró también en los de los vaqueros.
-Sí, está aquí-dijo sacando
el trozo de papel.
Cogí mi BlackBerry y marqué
su número.
-¿Pero tía, que
haces?-preguntó Valeria algo confusa.
-¿Quieres vivir una aventura
con cinco españoles o no?-contesté yo.
-Nuestros padres nos van a
matar, pero vale-accedió Valeria con una sonrisa dibujada en su cara.
Le di al botón de llamar y
acerqué el altavoz a la oreja. A los tres ‘pi’ una voz de chico contestó.
-¿Si?
-Hola-dije nerviosa-soy una
de las chicas del avión, ¿No decías algo de vivir una aventura?
-O sea que aceptáis ¿no?
-Sí, por cierto ¿Cómo te
llamas?
-Quedamos en el ‘All Day Breakfast’ que está aquí cerca y
hablamos ahora que vas a gastar mucho saldo, id yendo para allí que nosotros
estamos llegando-contestó el chico, sin respuesta a mi pregunta.
El chico colgó el móvil.
Valeria y yo cogimos las
maletas y mi guitarra, ya sacadas de la cinta, y nos pusimos en busca de un restaurante
llamado ‘All Day Breakfast’. El
nombre del restaurante me parecía un poco tonto; se desayuna una vez al día, no
todo el día. Continuamos nuestro camino en busca del restaurante de nombre
ridículo. Valeria levantó la cabeza y se quedó mirando algo con la boca
abierta.
-Sara,-dijo dándome palmadas
en el brazo- ¡Que hay hasta un Claire’s
en el aeropuerto! ¡Acabamos de llegar y ya me está gustando esto! ¡Me encanta
Inglaterra!
Nos acercamos al Claire’s, allí compramos collares y
pulseras y buscamos con la mirada el restaurante de nombre ridículo. Un chico,
con una gorra puesta hizo un gesto con la mano cuando posamos la mirada en él.
Me dio por mirar por encima de su cabeza y entonces lo vi: Un letrero de fondo
rojo y letras mayúsculas blancas ponía: ‘All Day Breakfast’.
-¡Son ellos!-exclamé cogiendo
a Valeria de un brazo y señalando a los chicos
-Vamos-dijo ella caminando
rápido hacia ellos.
La seguí y llegamos hacia
donde estaban ellos. Tenían un montón de comida en unas mesas que habían
juntado y dos sillas vacías a su lado.
-Pensamos que tendríais
hambre-dijo el chico con el que había hablado hace unos minutos por teléfono,
tenía la misma voz.
-Que majo-dije sonriéndole.
-Sentaos, no seáis
tímidas-dijo otro de los chicos mirándonos.
Valeria y yo tomamos asiento.
-¿Cómo os llamáis?-preguntó
un chico rubio de pelo largo con una gorra de los ‘Yankees’.
-Yo soy Sara-dije sonriendo,
notando como todos me miraban.
-Y yo Valeria-dijo sonriendo
con la misma sensación de atención que yo-¿Y vosotros?-preguntó mirándoles.
-Yo soy Alex-dijo el chico
con el que hablé por teléfono.
“¿Casualidad,
o soy adivina?-pensé ¿Se
hará mi sueño realidad? No, no creo.”
-Yo Zack-dijo el chico de la
gorra.
-Yo Nicolás-dijo un chico de
pelo corto rubio mirándonos sonriendo.
“Ole, acerté dos de cinco, ¿De verdad lo soñé, o escuché los nombres?
Nunca lo sabré…”
-Yo me llamo Jacob, como el
de ‘Crepúsculo’-dijo riendo un chico
musculoso moreno y de pelo negro corto-pero llamadme Jake.
Valeria y yo sonreímos a la
vez, no sé si con una sonrisa demasiado amplia para ser la primera vez que
hablábamos con él.
-Y yo Roberto-dijo un chico
con el pelo castaño claro y una mirada color miel que dejaba sin aliento-Robert
para los amigos.
-Pues encantadas-dije
sonriendo.
-¿No queréis comer nada?-preguntó
Alex amablemente.
-Tenéis nachos, y unos
bocadillos de jamón serrano, con tomate y mozzarella que están…-dijo Nico
dándole un gran bocado a uno de los bocadillos-…sin palabras.
-Voy a por unas Coca-Colas,
¿Queréis otra cosa chicas?-dijo Jake mirándonos a Valeria y a mí.
-Coca-Cola-contestamos a la
vez.
-Yo quiero un Kas-interrumpió
Robert,
-Tú, tomas Coca-Cola-contestó
Jake.
-Vale-contestó el chico
lanzándole una mirada asesina y graciosa a la vez a Jacob.
-¿Veis? Se odian, como Edward
y Jacob-dijo Zack riéndose.
Todos rompimos a reír,
incluidos ‘Edward’ y Jacob. Jake fue al mostrador y pidió una botella fría de
dos litros de Coca-Cola. Al rato llegó a la mesa con siete vasos de plástico.
El chico se sentó y sirvió
los vasos de Coca-Cola.
Cogí un nacho, lo unté de
queso y me lo comí. Valeria cogió un bocadillo y yo hice lo mismo cuando acabé
mi nacho. El bocadillo estaba riquísimo, la mozzarella se derretía por el calor
del pan y le daba mejor sabor aún a las rodajas de tomate. Según Alex era un ‘Parma
Cheese’ o algo así que había leído cuando los compró. Comí unos cuantos nachos
más y bebí un trago de mi Coca-Cola. Se estaba haciendo tarde, pronto serían
las seis.
-¿No se está haciendo un poco
tarde?-preguntó Valeria.
-Sí,-deberíamos ir a la
residencia-contestó Nico-¿En cuál estáis?
Valeria sacó un papel de su
mochila y se lo entregó a Nico, éste sonrió.
-Vale, estamos en la misma
residencia y en la misma clase.-contestó el chico sonriendo.
-Ahora sólo nos queda,
encontrar una manera de llegar a la residencia, antes de que anochezca-dijo
Alex.
-Pues, creo que aquí también
hay autobuses-dije mirándoles-¿Y si cogemos uno?
-Buena idea-dijo Robert.
-¿No es mejor coger 2 taxis
que así solo tenemos que dar la dirección y no nos perdemos?-dijo Valeria.
-Sí,-dijo Jake-me gusta tu
idea.
-Ahora, a conseguir el número
del taxi-dijo Zack.
-¡Tengo una idea! Vamos a
parar un taxi a lo americano-dijo Alex.
-Estás loco-dijo Nico.
Los chicos nos ayudaron con nuestras
maletas…bastantes, y juntos salimos fuera del aeropuerto, allí había unos
autobuses, y unos taxis pasando de un lado al otro. Alex silbó y levanto una
mano, y no sé cómo ni de qué manera un taxi apareció a nuestro lado. Repitió lo
mismo y vino otro. Nos metimos en dos taxis y dimos la dirección al taxista.
Tras pasar por encima del Támesis; por el Tower Bridge y ver monumentos
históricos como el London Eye o el Big Ben. Atravesamos una calle que llevaba a
dar al palacio de Buckingham, donde vivía la reina de Inglaterra. Seguimos
recorriendo en taxi algunas de las muchas calles frías de Londres, en 20
minutos estábamos en la residencia. Era un edificio blanco con hiedra en la
fachada. Entramos al edificio, tenía muebles y puertas antiguos y réplicas de
cuadros famosos, como ‘El Caballero de la
mano en pecho’ ‘La Gioconda’ y
algunos más que conocía de los que no recuerdo el título. Los muebles de
madera, dejaban ver polvo acumulado en ellos durante años y la alfombra de
moqueta roja que llevaba a la recepción tenía manchas, probablemente de polvo
también. Posamos las maletas y mi guitarra en unas escaleras de caracol,
también cubiertas de moqueta roja y nos dirigimos a la recepción donde una
señora rubia de unos cincuenta años estaba dispuesta a atendernos. A primera
impresión era un edificio que escondía secretos, y escondería aun más tras
nuestra llegada a él.
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